Cuando uno empieza a formarse en Terapia Ocupacional tiene que responder sin descanso a la pregunta: ¿qué es la terapia ocupacional?
Y, ciertamente, no es fácil de explicar a pesar de estar rodeados y empapados por ella. La esencia fundamental de la terapia ocupacional es potenciar la autonomía de la persona en su vida diaria basando la intervención en sus ocupaciones.
Para ello, se deben tener en cuenta diferentes áreas de la vida del usuario: a qué dedica el tiempo libre, de qué manera interactúa con los demás, que grado de autonomía presenta en el desarrollo de las actividades de la vida diaria (aseo, alimentación, vestido, cuidado de mascotas, manejo del dinero, utilización de medios de transporte,…).
Todas estas acciones se realizan un gran número de veces a lo largo del día y, para muchos, no suponen un gran esfuerzo llevarlas a cabo. Sin embargo, la cosa cambia cuando, por un motivo u otro, vemos alterada nuestra autonomía.
No hace falta pensar en una enfermedad crónica o grave. Seguro que alguna vez has tenido un esguince o una sensación de malestar que no te permitía realizar con libertad ciertos movimientos y que por lo tanto limitaban tu independencia.
En estos casos, necesitamos recurrir a ciertas técnicas, ayudas y asesoramiento que nos permitan salir airosos de estos desafíos. A eso me refiero cuando comento que la terapia ocupacional nos rodea, pues todos nos servimos de ella sin saber siquiera su nombre…
Es por esto que no me gusta demasiado asociar esta profesión a unos ámbitos de actuación concretos, como me habían enseñado en un principio, como la diversidad funcional, geriatría o marginación social, por poner unos ejemplos, sino que todos presentamos maneras diferentes de desarrollarnos y de vivir, todos envejecemos y todos nos comportamos de diferentes maneras según el entorno en el que nos encontremos.
Así pues, dejando a un lado las etiquetas, todos somos usuarios de la terapia ocupacional sin saberlo cuando echamos mano de un bolígrafo que nos resulta más cómodo que otro, cuando buscamos en internet cuáles son las mejores alternativas para hacer un viaje concreto, cuando compramos un coche que se ajuste a nuestras necesidades,…
Desde bien pequeños, la adaptación a los cambios, esperados o imprevistos, convive con nosotros. Un ejemplo claro es aprender a andar en bici: primero triciclo, después bici con ruedines y, finalmente, ¡sin ellos!
Pues así es nuestra vida… un camino en el que nos vamos adaptando a lo que surge. Y para cuando ante esto se nos presenta una disminución de nuestra autonomía, ahí aparece ella, la que siempre está, la que nunca falla, la terapia ocupacional.